“Esta fotografía fue un regalo de mi abuelo para mi abuela. Cuando ella estaba embarazada de mi madre, sus pies se hinchaban mucho y nos contaba que sentarse frente a la fuente, la aliviaba. Decía que la caída del agua motivaba a su organismo a moverse más rápidamente y que al dejarse fluir con ella, olvidaba lo pesado de su cuerpo, tornándose más ligera. Mi abuelo tomó esta fotografía y se la dio para que continuase viendo la fuente aún sin salir de casa.“