“Nubes espesas y cielo gris que acentúan la blancura solemne del Parlamento. Ruido, se escucha poco, los transeúntes son escasos y los vehículos también; sólo el paso del eléctrico rompe esporádicamente el silencio, como lo hacen también las exclamaciones y dudas de algunos viajeros desmañanados que, pese al clima, han salido a desafiar las calles resbaladizas. Caer en las calles de Lisboa es ya un sitio común entre sus visitantes y es casi tan meritorio como tener una buena fotografía de la Asamblea.“