“Un jardín de juegos, bailes, mascotas y mucha gente en un día en que el sol se asoma tímidamente después de una ausencia, de esas largas en que se siente con todo rigor y precisión el transcurrir de cada minuto. Hoy, los vecinos entusiastas salen a la calle cual si se hubieran organizado para, a gritos, ahuyentar a las nubes y a risas intentar convencer al astro de alargar su estancia y brillar un poco más. Cada uno en su idioma, invocando tregua al Dios Tláloc, solo por hoy y solo por unas horas más.“